jueves, 14 de junio de 2007

EL ATAQUE DE IRA QUE ARRASÓ UNA VIDA PERFECTA:

Sucesos

El parricida de Londres alimenta el debate sobre la presión de la City

G. Suárez

LONDRES- En los corrillos de la «City», el debate se ha extendido como un virus tropical. Cuando despegan sus narices de la pantalla del ordenador, los ejecutivos discuten qué enrevesado instinto llevó a un «broker» español, Alberto Izaga, a apalear hasta la muerte a su hija pequeña el pasado domingo. Eso sí, pocos se atreverán a plantear en voz alta un interrogante aún más perturbador: ¿cómo pueden estar seguros de que ellos no serán los próximos en sufrir un arrebato de ira tan catastrófico?
Lo único que se sabe con certeza es que hacia las ocho de la mañana un extraño mecanismo hizo «clic» en el cerebro de Izaga. Fue entonces cuando, según la prensa local, el millonario abogado la emprendió a golpes con su hija Yanira, de sólo dos años, en su lujoso apartamento a las orillas del Támesis. Horas más tarde, el presunto asesino fue puesto bajo custodia médica ante el riesgo de que intentara suicidarse. Así permanecerá durante las próximas semanas mientras los psiquiatras tratan de averiguar por qué pagó sus frustraciones con la pequeña.
Esquizofrenia
La primera teoría es que Izaga, de 36 años, sufra una esquizofrenia sin diagnosticar que estalló con plena virulencia ante la horrorizada mirada de su esposa, que no logró proteger a Yanira de los golpes. Así lo indicarían las voces que, según el «Daily Mail», el hombre habría escuchado en su cabeza antes de atacar a la pequeña. Sin embargo, el psiquiatra Julio Bobes, de la Universidad de Oviedo, recuerda que esta enfermedad suele manifestarse en jóvenes de unos 20 años, no en personas de mediana edad.
Otros expertos han aludido al llamado «desorden explosivo intermitente», que provoca intensísimos estallidos de ira que no guardan ninguna proporción con el detonante. Aun así, sus compañeros de la aseguradora Swiss Re han señalado que nunca le vieron perder los nervios, mientras que los que sufren este desequilibrio tienen episodios regulares. «No encaja con su perfil», asegura el psiquiatra José Luis González de Rivera. «Para ser un alto cargo en la ‘‘City’’, uno tiene que controlar mejor sus relaciones interpersonales y ser capaz de tolerar la frustración».

El autor de «El Maltrato Psicológico» lanza otra tesis: el trastorno narcisista de la personalidad. Lo sufren personas con mucho éxito y fuerza de voluntad que, si fallan, pueden protagonizar episodios de rabia o depresión que pueden acentuarse con el consumo de estimulantes como la cocaína. «Son personas con tal ansia de triunfar que saben controlar sus accesos de ira en el trabajo, aunque en casa es otra historia», asegura González de Rivera. «Los narcisistas toleran la frustración, pero pueden estallar en un momento dado».

Jungla financiera

Sea cual sea la razón de su derrumbe mental, la jungla financiera de Londres es el entorno menos adecuado para domesticar cualquier rasgo psicológico inestable. Los sueldos son millonarios, sí, pero la presión laboral resulta aún más intensa: un «broker» de éxito puede arrastrar una jornada laboral de quince horas, seis o siete días a la semana. Y su labor no podría resultar más exigente: tomar infinidad de decisiones de las que dependen miles de millones de euros. Los efectos de esta rutina sobre la salud mental resultan letales: el 68 por ciento de los trabajadores han sufrido síntomas físicos de estrés y ansiedad.

Muchos jóvenes tiran la toalla al cabo de unos cuantos meses, mientras que los más «duros» aprietan los dientes hasta que ascienden a la cumbre. De ellos, la mayoría busca un trabajo menos exigente cuando acumulan una fortuna respetable. Sólo un puñado de elegidos es capaz de mantener el ritmo pasados los 36 años de Izaga, que ascendió recientemente a la ejecutiva de su empresa.

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